Cada individuo es diferente y, por eso, utilizo un enfoque centrado en la persona para garantizar que se consideren todos los factores intrínsecos y extrínsecos del tartamudeo y también su impacto.

Trabajo con personas de todas las edades que tartamudean, desde niños en edad preescolar hasta adultos, tanto individualmente como en grupos. También tengo una amplia experiencia de trabajo con personas que tartamudean con diagnósticos adicionales, incluyendo dificultad de aprendizaje, autismo, dispraxia, síndrome de Down, y TDAH.

Tartamudear es diferente para cada uno y la terapia es un proceso. Para algunas personas implica el apoyo con el aumento de su comprensión de tartamudeo, explorar una mayor apertura al respecto, y discutir cómo decirle a los demás lo que pueden hacer para ayudar. Para otras es la desensibilización a los momentos de tartamudeo y abordar las emociones y pensamientos que surgen durante ciertas situaciones. Para los padres, la terapia se trata de saber qué hacer y decirle a su hijo, así como abordar cualquier inquietud. En mi experiencia, construir una relación de terapia efectiva es la clave para una terapia exitosa.